‘Viejo Santos’: el ocaso de un líder de la MS13 pedido en extradición

DESTACADO/12 OCT 2022POR CARLOS GARCÍA.

InSight Crime

Si se le pregunta directamente a él, este pandillero de 53 años dirá que es un hombre “temeroso de Dios” y dará a entender que tiene años que marcó distancia con la Ranfla o cúpula pandilleril de la MS13 por diferencias ideológicas. No le “gusta la política ni tratar con gobiernos”, afirma categóricamente.

Viejo Santos habló con InSight Crime desde su celda en Guatemala, a donde fue llevado después de ser arrestado el pasado 19 de abril mientras intentaba llegar a Estados Unidos por tierra. Lo irónico, es que actualmente enfrenta la extradición a ese país por homicidio y otros delitos. Según él, había empezado un nuevo capítulo de su vida y estaba intentando llegar a suelo norteamericano. Tras 22 años encerrado en el sistema penitenciario salvadoreño quería empezar de nuevo. Pero sólo logró llegar hasta Mixco, un agreste barrio en la periferia de Ciudad de Guatemala, donde fue atrapado en un operativo antipandillas en el que ni siquiera lo buscaban a él.

“Yo iba para arriba [Estados Unidos]”, asegura Viejo Santos desde la prisión de Pavoncito, “pero ahí me quedé”.

Viejo Santos presentado el día de su detención en Guatemala (Foto: Policía de Guatemala)

Desde su arresto, Viejo Santos ha permanecido en una prisión de mediana seguridad en las afueras de Ciudad de Guatemala, donde ha tenido que enfrentar cargos locales y la inminente amenaza de su extradición. El pasado 28 de julio, un elemento del Centro Antipandillas Transnacional (CAT) llegó hasta la entrada del sector MS13 en Pavoncito para leerle que la Corte de Columbia de Estados Unidos solicitó su extradición por los siguientes delitos: haber ordenado al menos dos homicidios y por conspiración y pertenencia a una organización criminal organizada. Aunque la imputación data de 2011, para el gobierno estadounidense, Viejo Santos sigue siendo un alto jefe de la MS13.

Sin embargo, él niega esos cargos. Más aún, sostiene que lleva años distanciado de la Ranfla al grado que recibió una severa golpiza antes de ser excarcelado en 2021. Sus diferencias con la Ranfla son complejas, particularmente porque él no trata con gobiernos, como insiste.

Hoy, Viejo Santos es más un veterano desmejorado y destronado que un vibrante mandamás, un hombre con un futuro incierto. Para los sistemas de justicia estadounidenses y guatemaltecos es probable que su condición sea lo que menos les interesa.

Un pandillero de la vieja guardia

Viejo Santos no tuvo una niñez fácil. Nació el 27 de julio de 1969 en Soyapango, un municipio ubicado justo al este de la capital, San Salvador, y su infancia estuvo marcada por la Guerra Civil y la migración. Su madre lo abandonó desde pequeño para ganarse la vida en suelo estadounidense y su padre, al que califica de “gran basura”, nunca vivió con él. Cuando convivían, el señor Israel Antonio solía menospreciarlo ante la gente presentándolo como el hijo “fuera del matrimonio”, y no conforme, solía atizarle golpizas recurrentemente. Viejo Santos no termina aún de digerir el día que su padre le quebró la nariz en un arranque de ira cuando tenía apenas ocho años. Todas las palabras que ha utilizado para describirlo están llenas de resentimiento. Su crianza quedó a cargo de su abuela.

En 1981, con 12 años, tuvo la oportunidad de emigrar hacia Los Ángeles, California, para reencontrarse con su madre. Allá se matriculó en la Berendo Middle School, donde fue un “niño bien portado y sin vicios”, como él mismo se describe. La falta de inglés lo aisló por un tiempo de la gente y de la vida social.

Afuera de su casa y de su escuela solía concentrarse un grupo de roqueros centroamericanos autonombrados Mara Salvatrucha Stoners 13 que buscaban repetidamente atraerlo para pasar el tiempo o fumarse un toque de marihuana con ellos. Hablaban español y eso le gustaba, pero debía rechazarlos, su cabeza estaba en los estudios, “solo pasaba de la casa a la escuela”, recuerda.

Pero para su madre eso no era suficiente, debía tener buenas calificaciones y el día que el joven Humberto llegó con dos malas notas su madre no lo toleró y lo golpeó hasta correrlo de casa. El adolescente quedó solo en un país nuevo del que entendía poco, casi nada. Sin rumbo fijo caminó por las calles empapado en llanto. Se preguntó qué hacer; entonces recordó a su amigo salvadoreño, Alex Sánchez, al que solía ver en misa los fines de semana, y fue a su encuentro.

Alex, que para entonces ya era conocido como “Rebelde”, llevó a Humberto a una casa abandonada donde los jóvenes centroamericanos “Greñas” y “Brujo” vivían y fumaban marihuana al ritmo de la música heavy metal. Lo recibieron con afecto. Humberto sintió de inmediato la calidez y aceptación que le ofrecieron.

Aquellos dos roqueros formaban parte de la Mara Salvatrucha Stoners 13, la cuadrilla que veía a las afueras de su casa y escuela. Y el inmueble abandonado donde había vivido era un destroyer, el punto de reunión donde los Stoners mataban el tiempo y planificaban pillajes. Con el tiempo, esos destroyers se convertirían en una combinación de refugio y casa de seguridad, además de una cámara de tortura, pero para entonces era el punto de reunión de los jóvenes roqueros.

Humberto quiso formar parte de ese grupo. Y en noviembre de 1986 en un baldío se “brincó” —o inició en la pandilla a base de golpes— en la llamada clica la Normandie Locos. Nombre que recibe por la avenida Normandie en la que solían reunirse.

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El líder de ese entonces conocido como “Rata” se encargó de organizar su iniciación y le preguntó cuál sería su nueva taka, o apodo, dentro del grupo. Humberto había notado que calles de Los Ángeles llevaban el título “San” (San Pedro Street, San Fernando Road, San Vicente Boulevard) y quiso que lo bautizaran como “Saint”.

Con el pelo hasta los hombros, el joven salvadoreño fue testigo de cómo su grupo mutó de una cuadrilla de roqueros marihuanos a una pandilla más del mapa de Los Ángeles, bajo el nombre Mara Salvatrucha 13 o simplemente la MS13. Ahí despegó su carrera criminal robando autos, portando armas, y guerreando con violencia a las pandillas enemigas 18th Street y Playboys. La MS13 le presentó a uno de sus primeros amores, a la “Güera”, una pandillera perteneciente a la clica Chicas Locas, una clica exclusiva de mujeres que luego desaparecería.

A finales de la década de los ochenta, en más de una ocasión, Saint terminaría en la correccional de menores en California donde le cortaron su melena y recibió los primeros castigos tanto de la autoridad norteamericana como de sus rivales. Asegura que dentro tuvo que darse de “chingadazos”, o enfrentar algunas golpizas, para hacerse respetar. En julio de 1990 volvió a las calles para seguir delinquiendo. Dejó sus estudios llegando solo hasta al primer año de bachillerato y prefirió invertir su tiempo en “tirar party”, vender drogas, robar, y dispararle al enemigo. Ser pandillero se había convertido en trabajo de tiempo completo.

Viejo Santos (centro) durante una fiesta en Los Angeles en 1993 (Foto: InSight Crime)

Pese a todo, Saint era un tipo disciplinado, alguien que se tomaba muy en serio su rol de pandillero. Ricardo Mata, alias “Colas”, un viejo compañero de clica, lo recuerda como una especie de guardián de la Normandie Locos, alguien que velaba para que los compañeros no se perdieran en la cocaína crack tan en boga en esos momentos.

“No le gustaba ver a los homies prendidos en la droga”, sostiene Colas y agrega: “le gustaba que estuvieran firmes, bien vestidos, representando al barrio”.

Saint no consumía drogas ni alcohol de forma constante, era considerado uno “de los homies más sanos”, según Colas. Sin embargo, era un tipo discreto y moderado pero con carácter fuerte y temperamental: “¡Un explosivo el hijo de puta!”, arroja Colas entre risas.

En 1992 Saint se casó y también cayó preso por unos meses en la prisión del condado derivado de un robo, como él mismo se acusa. Al salir, trabajó en la empresa de iluminación Airey-Thompson justo en el momento en que su hijo nació. Convivió tan sólo unos meses con él cuando llegó su deportación en 1994. Su esposa le pidió el divorcio tan pronto se estableció en San Salvador.

El origen de un pandillero transnacional en El Salvador

Tan pronto estuvo en suelo salvadoreño comenzó a relacionarse con homies, o pandilleros desterrados que, como él, estaban poblando poco a poco el país. Fue a parar al Barrio Modelo, en San Salvador, un punto de encuentro para varios expatriados donde pasaban horas en bares o “chupaderos” platicando de sus anécdotas en las calles de California. Saint se convirtió en Santos, el sobrenombre que asume desde ese entonces.

En esos espacios Santos se topó con un viejo compañero de clica para reforzar la presencia de la Normandie Locos en San Salvador. Fue de cara al Mercado Modelo donde Santos y su homie iniciaron a varios novicios en suelo salvadoreño. Aún recuerda esas primeras reuniones que celebró a la salida del mercado, justo en la esquina de una gasolinera.

Santos expandió su clica. La Normandie Locos del Barrio Modelo se convertiría para el segundo lustro de la década de los noventas en un punto de encuentro obligado para cualquier homie deportado no sólo a El Salvador, sino de Honduras y Guatemala. Con el tiempo una nueva clica se desprendería del Barrio Modelo, la llamada Modelos Locos, que quedaría bajo el control de Santos.

En los cerca de cuatro años que gozó de libertad en El Salvador se sabe, por un registro electrónico de la policía salvadoreña, que Santos cometió muchos de los mismos delitos que había cometido en Los Ángeles, entre ellos, portación ilegal de armas y portación y comercialización de droga. Hasta que un asesinato lo dejó fuera de las calles.

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El 27 de diciembre de 1998, fue detenido por homicidio agravado. No hay mucha información del caso, pero fue investigado por las autoridades y se le condenó a 25 años de prisión. Pero en 2001, otra corte, por razones técnicas basadas en un artículo del Código Procesal Penal, le redujeron la condena de 25 a 22 años.

El poder de Santos creció al interior del sistema penitenciario. Ahí colaboró para organizar el primer grupo de líderes carcelario que se conocería para la posteridad como Ranfla. Desde el confinamiento se dedicó a construir una red de contactos nacional e internacional que le permitieron ganar poder en las calles.

Prueba de ello sucedió el 7 de noviembre de 2005 cuando varios emeeses, como suelen llamarse miembros activos de la MS13, encapuchados tomaron la Catedral Metropolitana de San Salvador como respuesta a unas disposiciones penitenciarias que perjudicaban a miembros de la Ranfla presos en el penal de máxima seguridad de Zacatecoluca. En defensa de sus homeboys, Santos mandó 13 miembros de la Normandie Locos y Modelo Locos a participar con otras clicas a tomar ese recinto por tres días, según un viejo pandillero que pidió el anonimato.

Poco tiempo después, la Policía Nacional Civil (PNC) colocaría a Santos como “palabrero y corredor de programa” dentro de la Ranfla, como uno de los mandamás de toda la MS13 en El Salvador, según un organigrama oficial de esta institución.

(Fuente: PNC de El Salvador)

Desde prisión logró vincularse a la Costa Este estadounidense, que se había convertido en una base importante de la MS13 en los años noventas y comienzos de los dos mil, imponiendo liderazgo y obteniendo provecho. De acuerdo con la acusación del Distrito de Columbia, se comunicaba con homeboys vía telefónica para pedirles dinero y girar (dar) ordenes, incluyendo la de matar.

Según la acusación, en el que la justicia intervino varias llamadas, entre el verano y otoño de 2008, Santos le ordenó a un colega llamado Dennis Gil Bernárdez, o “Pando”, asesinar al homeboy Luis Alberto Membreno Zelaya, alias “Brujo”. No se conoce bien la razón, pero la orden se concretó el 6 de noviembre de 2008 a base de puñaladas en el noroeste de Washington, DC.

Un año después, hacia finales de 2009, Santos quiso fortalecer las operaciones de la MS13 en el área Metropolitana de Washington DC bajo una nueva federación de clicas. A petición suya, la Unionenses Locos, Normandie Locos, Sailors West Side Locos, Peajes Locos y Fulton Locos se unieron y formaron lo que se conoció como La Hermandad.

Con La Hermandad conformada, Santos cobró mayor influencia en el área metropolitana de la capital estadounidense desde la cárcel en El Salvador, siempre teniendo como prioridad su clica. El 1 de marzo de 2010 pidió en una llamada telefónica que la gente de Normandie Locos fuera a ciudades de los alrededores a inspeccionar que la clica estuviera operando de manera correcta como lo dictaba La Hermandad. Del mismo modo les exhortó a ser solidarios entre homeboys cuando se realizaran atentados contra otros enemigos; debían ganar relevancia y respeto a toda costa, incluso matar si se requería. Eso incluía a los propios compañeros que le faltaran el respeto a la MS13.

Santos estaba jugando una especie de ajedrez remoto donde disponía de hombres —fichas ubicadas a miles de kilómetros que lo obedecían sin cuestionarlo a pesar de que Santos jamás ha puesto un pie en la Costa Este. Para las autoridades, la autorización que giró el 19 de marzo de 2010 en otra llamada fue prueba de ello. De acuerdo con las autoridades, en esa llamada avaló que ejecutaran al homie Felipe Leonardo Enríquez, alias “Zombie”, por haberse cruzado con una “X” un tatuaje con el nombre de la pandilla. Ese hecho era uno de los actos de irrespeto que no se toleraría y debía cobrarse con su vida. Por eso, ocho meses más tarde, Zombie fue asesinado a balazos en Maryland por el plomo (balas) de la MS13, según la acusación.

A una década de lo ocurrido, en conversaciones con InSight Crime, Viejo Santos niega su participación en los asesinatos y con voz titubeante arroja: “Que yo recuerde yo no debo nada, no he dicho maten a fulano, no he dado órdenes ni nada de eso”.

Sin embargo, acepta otros señalamientos de la acusación hecha por el Departamento de Justicia, como el de haber recibido algunos pequeños envíos de dinero en 2011.

“Sí, yo hablé un par de veces, pero no es de que yo formé todo eso allá como ellos lo dicen, me entendés. Ya aumentan y todo”.

El distanciamiento de la Ranfla

Mientras Santos se esforzaba por consolidar su poder en la Costa Este, sus compañeros de la Ranfla en El Salvador negociaban con las autoridades. Para 2012 este veterano estaba preso en el penal de máxima seguridad justo cuando surgió “la tregua”.

Esa tregua fue pactada entre el gobierno de Mauricio Funes, la MS13 y las dos facciones del Barrio 18. Los líderes de las pandillas habían pactado con el gobierno ser trasladados del penal de Zacatecoluca a prisiones de menor seguridad a cambio de girar órdenes que redujeran la tasa de homicidios en el país.

A pesar de estar encarcelado en Zacatecoluca desde junio de 2010, Santos no fue de los elegidos para mudarse a otro penal. No simpatizaba mucho con la idea de pactar con las autoridades.

“Yo ahí en la Z [Zacatecoluca] yo no fui nada de la Ranfla”, aseguró.

Acostumbrado a tener un perfil discreto y desconfiado, Santos se mantuvo fiel a sus ideales adquiridos en las calles de Los Ángeles que impiden pactar con la ley.

“Yo nunca estuve de acuerdo con la tregua, con el gobierno ni nada de eso. Entonces a mí no se me tomó en cuenta”, dijo. Pero la pandilla no se lo reprochó y a pesar de no estar de acuerdo con sus negociaciones, eso no significaba que estaba en contra de la Ranfla.

“Cuando me metí en la pandilla a mí no me enseñaron que iba a andar en política. No me enseñaron que iba a andar con tregua con el enemigo. No me enseñaron nada de eso. Entonces yo tengo mis principios, cada quien cree lo que él crea que es mejor”, explicó.

Cuando la tregua comenzó a desmoronarse en 2013 y se vino abajo por completo al año siguiente, las cosas cambiaron para Santos y para la MS13. Primero, se disparó la violencia en el país a niveles récord y los pandilleros en la calle se llevaron la peor parte.

Pronto, la MS13 vivió un cisma. Además de no asumir los riesgos, una facción de la pandilla acusó a los líderes de la Ranfla de haberse beneficiado económicamente del acuerdo con el gobierno sin haber repartido nada con el resto de la pandilla. Para 2016 ese grupo de inconformes se autonombró Programa 503 y comenzó a referirse despectivamente al resto de la pandilla como “MS13 Tregua”.

Eso supuso un predicamento para Santos. Ante la pregunta de a cuál de los dos bandos apoyó, su respuesta se torna ambigua e imprecisa.

“Yo soy de Los Ángeles y mi enseñanza es de allá y de ningún otro lado. Los 503 son traidores a la ideología de la MS13. O sea que yo soy neutral, neutro. Yo cabal seguía lo que es cabal la pandilla, pero no de 503”.

En febrero de 2017 Santos fue trasladado al penal de Izalco. Explica porqué dejó Zacatecoluca, la prisión por excelencia de la Ranfla: “Yo salí por mi enfermedad”, asegura, “decidí retirarme de ese proyecto y que bueno que lo hice porque si no, estuviera todavía preso con un chingo de [muchos] años. De pronto, hace una pausa y suma: “Ahí yo no era de la Ranfla”.

Su tiempo por Izalco no fue fácil. Tan pronto llegó, él y su clica sufrieron castigos dictados por miembros de la Ranfla. La Normandie Locos adquirió lo que se conoce en la pandilla como “luz verde”, que no es más que el aval de toda la MS13 para castigar o hasta eliminar a compañeros. Y esa luz verde destelló sobre Santos que por mucho tiempo estuvo haciendo limpieza como acto denigrante para sus homies.

“Yo anduve lavando, oílo bien, baños. Me castigaron, me dieron una paliza de cinco minutos”.

Para Santos el castigo era un indicio más de que la Ranfla estaba en su contra.

“Entonces como alguien que va a estar castigado en la pandilla va andar en la Ranfla. Así que es ridículo”, concluye, refiriéndose a los señalamientos de las autoridades sobre su liderazgo en la MS13.

La huida de El Salvador

Mientras estaba en Izalco, el 6 de febrero de 2020, Santos fue sentenciado a diez años de cárcel por el delito de agrupaciones ilícitas dentro de otro caso, conocido como Caso Cuscatlán. Dicho requerimiento, que InSight Crime consultó, es famoso por acusar a 425 pandilleros basándose principalmente en el testimonio del testigo criteriado “Noe”. Este protegido del gobierno señaló a Santos a través de fotos de ser líder de la Normandie Locos y lo acusó de haberla fundado en 1992. Noe desconocía el nombre de Santos, pero alegó haberlo conocido en el penal de Quezaltepeque en 2004.

Un año después, el 26 de abril de 2021, Santos apeló esa sentencia ante la Cámara Especializada de lo Penal de Santa Tecla, junto a 193 pandilleros. De acuerdo con una copia de la apelación, a la que InSight Crime tuvo acceso, su abogado, Pablo Arnoldo Cruz Arias, calificó de “escuetas” e “insuficientes” las declaraciones de Noe, argumentando que el testimonio de una sola persona “no era suficiente para emitir una sentencia de condena”.

El fallo le favoreció a Santos, el delito de agrupaciones ilícitas le fue revocado.

Santos salió caminando del penal de Izalco el 14 de septiembre de 2021, dos días después de lo estipulado, cumpliendo a cabalidad sus años de prisión. Estaba libre luego de casi 22 años y medio de confinamiento en uno de los sistemas penitenciarios más hacinados del mundo. Su salida provocó una ola de desinformación en El Salvador dado que algunos medios reportaron que su salida fue motivada por el presidente Bukele. Sin embargo, Santos recalca que su sentencia se apegó al debido proceso.

“Yo cumplí mi condena”, le dijo a InSight Crime.

Un hombre libre. Santos deseaba llevar una vida formal con su esposa, por lo que una de las primeras cosas que hizo después de ser liberado fue obtener su identificación y licencia de conducir.

En sus casi 7 meses en libertad tomó trabajos ocasionales como arreglar autos mientras estuvo viviendo en una casa pagada por familiares. Pero la paranoia se apoderó de él.

Entre el 9 y 11 de noviembre fueron asesinadas 47 personas de manera repentina en El Salvador. La violencia conmocionó al país, que durante 2021 estaba disfrutando de los niveles más bajos de homicidio. Parte de esta caída de la violencia podría explicarse por una presunta nueva tregua entre el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y la MS13.

Santos tuvo un mal presentimiento. Algo no andaba bien dentro de la MS13, creyó que era oportuno huir. Después vino otra serie de 87 asesinatos que azotó a El Salvador entre el 25 y 27 de marzo de 2022. El Congreso aprobó la decisión del presidente Bukele de un Estado de Excepción que suspendía ciertos derechos constitucionales y así facilitar la detención de pandilleros. Fue en este contexto cuando Viejo Santos salió de su país entre finales de marzo y principios de abril.

Solo, sin compañía, Viejo Santos emprendió camino a Los Ángeles, a la tierra que lo hizo pandillero y donde vivió 13 años. Para ello había que cruzar Guatemala y México por tierra. Pero únicamente pudo llegar hasta el país vecino.

De acuerdo con el jefe de la División Nacional Contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas (Dipanda) en Guatemala, David Estuardo Boteo, Viejo Santos terminó en la ciudad de Mixco, Guatemala, gracias a que sus homies de ese país le dieron refugio, específicamente los del Programa Los Ángeles, un cúmulo de pandilleros deportados de Estados Unidos que se ayudan entre ellos cuando son expulsado a Centroamérica.

Viejo Santos “estaba dirigiendo todas sus operaciones desde Guatemala”, dijo Boteo.

Sin embargo, Santos dice que solo quería seguir su viaje.

“Yo iba para México … pues para Estados Unidos. Yo iba para arriba, pero ahí me quedé. Me dieron [miembros de la MS13 guatemalteca] quebrada [oportunidad] de quedarme ahí unos días”, apunta Viejos Santos y remata: “Y lastimosamente aquí vine a caer”.

A Santos no le gusta recordar el poco tiempo que pasó en Guatemala. Únicamente lamenta que el 19 de abril “llegó el cateo” y “unas grandes aguas”, que en otras palabras quiere decir que, tras el allanamiento vinieron los problemas. En tres días salía rumbo a México, pero esa fecha nunca llegó. Fue capturado junto con dos jóvenes salvadoreños en la 23 Calle de la Colonia Coy, Zona 1 de Mixco. La policía dice haber encontrado dos armas calibre .9 milímetros, una calibre .40, balas, droga, 1,030 quetzales y $20 dólares. Sin embargo, Viejo Santos acusa que esa no era la cantidad en dólares, que la policía se quedó con parte de ella.

El subcomisionado Boteo sostiene que, el día de la captura, el objetivo de los allanamientos no era detener a Viejo Santos, sino aclarar unos homicidios y unas extorsiones realizadas días atrás por la Hempstead Locos, una clica de la MS13 en Guatemala. Y fue una coincidencia encontrarse con este veterano totalmente desconocido para él y la institución.

“Hasta ese momento no se tenía mayor información que él estaba siendo investigado en otro país”, alega. “Sino hasta que, en el momento de la captura, otras unidades de investigación empezaron a preguntar por él. Y fue como hasta la presente fecha pues se supo que era un objetivo de alto valor a nivel internacional”, dijo Boteo.

Sin evidencia, Santos asevera que esas armas fueron sembradas.

“¡Si para que voy a andar cuete [arma]! Sí imagínate si voy huyendo y ven las autoridades. ¡No hombre, yo iba sin nada!”.

Santos fue enviado a prisión preventiva por portación de arma y encubrimiento impropio. Podría enfrentar un máximo de cuatro años de cárcel o una multa de hasta $130 dólares.

Mejor ser encarcelado en Guatemala

En intramuros, Viejo Santos tiene una vida activa. Se ejercita y come bien. Aprovecha la flexibilidad del sistema carcelario guatemalteco para celebrar fiestas y hasta tener un celular. Se le escucha satisfecho cuando dice que ha “caído parado” en Pavoncito, nombre de la cárcel donde se encuentra. En otras palabras significa que lo han tratado bien, que está cómodo, y que prefiere hacer tiempo en prisión antes que pagar la multa por el delito de encubrimiento impropio que lo acusan.

“Yo para qué voy a pagar la multa, mejor hago el tiempo”, dice, “la idea no es regresar a mi país. Por lo menos mientras esté ese presidente (Bukele)”.

Su captura se dio a 24 días de iniciado el Estado de Excepción en El Salvador. Una estrategia que el gobierno guatemalteco ha apoyado al haber deportado hasta el momento más de 50 pandilleros salvadoreños detenidos en Guatemala. Sin embargo, no es seguro que el gobierno guatemalteco pueda justificar su deportación, dado que Viejo Santos no tiene proceso en El Salvador, asegura Boteo.

Aun así, puede que no le quede mucho tiempo en Guatemala. El pasado 28 de julio, tres meses después de su captura, un agente del CAT llegó hasta el anexo de Pavoncito para notificarle su orden de extradición expedida por la Corte de Columbia y firmada por el Juez presidente del Tribunal Tercero de Sentencia Penal Narcoactividad y Delitos Contra el Ambiente. En ese momento, Viejo Santos se enteró de los dos homicidios que le acusan y por los cuales podría pagar una vida en prisión.

A pesar de los cargos que le esperan en los Estados Unidos, dice que prefiere ir allá que ir a El Salvador.

“La verdad yo quisiera quedarme aquí (Guatemala) o que me manden para los Estados Unidos”, explica. “Prefiero que me lleven con los gringos porque los gringos son más, por lo menos en ese aspecto, son más justos. No te matan así, allá (en El Salvador) sí te matan”.

La decisión aún está en la corte. Desde el 2016, el Departamento de Justicia dice que se ha realizado 35 extradiciones de miembros de la MS13 de Guatemala a Estados Unidos. Y a pesar de su ruptura con la Ranfla, las autoridades estadounidenses seguían considerando a Viejo Santos como una figura central dentro de la MS13. Durante el apogeo de la tregua, en junio de 2013, el Departamento del Tesoro lo sancionó a él y a otros cinco “miembros activos y líderes”.

(Fuente: Departamento del Tesoro de Estados Unidos)

Santos sigue negando esa designación. Ya no es ese joven con plante pandilleril y ropa holgada. Ahora está barrigudo, con la vista cansada, invadido de canas, y con un dolor de riñones que no lo deja en paz. Desde el penal de Pavoncito cuenta a retazos parte de su vida y su presente. Lo hace guardando muchísima cautela y desconfianza.

Dice haberse serenado, haber reducido su arrojo por su pandilla, que ya no es el mismo de antes, muy a pesar de estar recluido en un penal exclusivo para miembros de la MS13 en Guatemala.

Da señales de coquetear con el cristianismo, habla de Dios y arroja bendiciones cuando encuentra la oportunidad de hacerlo, incluso confiesa que ha decidido sumarle una “s” a su alias original de “Santo” para no sonar “blasfemo” y no ponerse al mismo nivel de figuras sagradas.

“Siempre he sido temeroso de Dios”, dice.

Y lo de “Viejo” es un sobrenombre a manera de título que se da en el mundo de las pandillas a quienes con veteranía y respeto se lo han ganado. Y Viejo Santos ya se lo ganó, ha entregado casi 38 años de su vida a la MS13 y continúa fiel a ella.

El pasado 16 de agosto, Viejo Santos salió del penal hacia su audiencia en el Tribunal Tercero de Sentencia Penal donde el juez volvió a leerle los cargos por los que el gobierno norteamericano lo acusa y le informó que la Embajada de Estados Unidos cuenta con 40 días para presentar más pruebas para exigirlo.

Al Viejo Santos no le gusta mucho pensar en su futuro, no sabe si sus amigos y familiares que viven en Estados Unidos lo visitaran si es extraditado. A su esposa le ha pedido que rehaga su vida, no cree volver a verla.

Lo que sí tiene claro es que no se convertirá en ninguna “rata” o cooperador de justicia.

“No, no, eso no. Eso es lo peor que puedes hacer si uno anda en esto [la MS13]. Me entiendes. Voy a ser vida allá, voy a morir en las cárceles de allá, cadena perpetua”, se lamenta.

Viejo Santos está afligido por el rumbo en el que ha conducido su vida.

“Es una maldición que yo he andado de por vida. Yo no he conocido más que solo cárceles. No he podido conocer la vida de así pues: tranquila”.

La fe es lo único a lo que aparentemente se ha aferrado, aunque niegue ser cristiano. Hoy, este legendario pandillero se siente vulnerable y le deja su futuro a Cristo. Ese viejo líder que por años controló entre el centro y norte de América ha perdido fuerza.

“Yo me gustaría mejor que pues sí … que se haga la voluntad de Dios. A veces uno por andar deseando y queriendo cosas … que se haga la voluntad de Jehová-Dios”, finaliza.

Los tiempos para extraditarlo aún son inciertos. El 31 de octubre lo espera otra audiencia. InSight Crime. #Crimen organizado.