TEXTO: ASIER ANDRES
GRÁFICAS: ASIER ANDRES
ILUSTRACIÓN: DIEGO ORELLANA
EDICIÓN: CAROLINA GAMAZO.
No Ficción.
El presidente Alejandro Giammattei mantuvo la refacción escolar aún cuando se suspendieron las clases en la pandemia y aumentó su presupuesto. Pero también relegó el resto de políticas contra la desnutrición, como las transferencias condicionadas, los programas de alimentos por trabajo y congeló el gasto de la Sesan.
Este reportaje forma parte del especial Las Cinco Políticas de Giammattei, una investigación que explica la estrategia de Alejandro Giammattei en base al gasto del Ejecutivo.
Durante el gobierno de Alejandro Giammattei, una de las áreas más importantes quedó en un segundo plano. Todo lo relacionado con el combate a la desnutrición, uno de los principales problemas de Guatemala, dejó de tener prioridad para la gestión del presidente. Relegó las transferencias condicionadas y congeló el gasto de la Secretaría de Seguridad Alimentaria.
Giammattei incluyó la desnutrición entre sus prioridades, al mencionarla como una de sus 40 compromisos de campaña. Y ya en el poder lanzó lo que llamó Gran Cruzada Contra la Desnutrición, un plan detallado para mejorar la nutrición de la infancia.
Sin embargo, en la práctica, algunos de los principales programas relacionados con el combate de este problema han permanecido estancados durante estos cuatro años. Así lo muestra un análisis del gasto público realizado durante su administración con información del Sistema de Contabilidad Integrada (Sicoin).
Aunque el presidente sí se enfocó en el programa de refacción escolar, no priorizó de la misma manera otros de entrega de alimentos o dinero a la población más vulnerable o de monitoreo de la desnutrición.
Y, mientras esto sucedía, las cifras de desnutrición crónica se han mantenido. Mientras que las muertes por desnutrición aguda han seguido creciendo.
Los programas para combatir la desnutrición pasaron a un segundo plano
El Ejecutivo cuenta con una secretaria que, en teoría, debe coordinar las diferentes estrategias contra la desnutrición y monitorear este problema. Se trata de la Secretaria de Seguridad Alimentaria (Sesan), una institución cuyo presupuesto quedó prácticamente congelado estos cuatro años.
Entre enero de 2020 y septiembre de 2023, la Sesan gastó Q176 millones, solo Q6 millones más que los invertidos por esta institución durante la administración del antecesor de Giammattei, Jimmy Morales.
Y si la institución que debe coordinar no tuvo aumentos, tampoco los programas que coordina.
Por ejemplo, los programas de distribución de comida a cambio de trabajo comunitario fueron desfinanciados. Estos son administrados por el Viceministerio de Seguridad Alimentaria (Visan) del Ministerio de Agricultura.
En 2020, el Visan gastó casi Q295 millones en comprar comida. Para este año, aún si se cumple el presupuesto asignado, no contará con más de Q180 millones.
Lo mismo sucede con los comedores sociales, un programa del Ministerio de Desarrollo Social, al que recurren miles de personas en el país para comer.
En su primer año, Giammattei gastó en los comedores sociales Q362 millones. Desde entonces, fue recortando presupuesto. Y, este año, hasta septiembre, solo les había entregado Q210 millones.
Las llamadas transferencias condicionadas tampoco parecen haber tenido mayor prioridad durante el mandato de Giammattei.
En su primer año, Giammattei gastó en los comedores sociales Q362 millones. Desde entonces, fue recortando presupuesto. Y, este año, hasta septiembre, solo les había entregado Q210 millones.
Estos programas consisten en entregar dinero en efectivo a familias en extrema pobreza. A cambio, los beneficiarios deben escolarizar a sus hijos y pasar consultas médicas.
Las transferencias condicionadas fueron iniciadas por el gobierno de la UNE y fueron el programa social estrella del gobierno de Álvaro Colom (2008-2012). Más tarde, se continuaron durante el gobierno de el Otto Pérez Molina (2012-2015) y han seguido funcionado hasta la actualidad, por un total de 15 años.
Muchos países de la región los aplican y han demostrado ser eficaces para combatir el hambre y la pobreza.
Sin embargo, ya durante el mandato de Jimmy Morales comenzaron a ser relegados y esta tendencia se ha mantenido durante la presidencia de Giammattei.
Entre enero de 2020 y septiembre de 2023, la actual administración entregó Q1,426 millones en transferencias condicionadas. Solo un cinco por ciento más que lo gastado en este rubro durante los años de Jimmy Morales.
Este pequeño aumento fue muy inferior al incremento general del presupuesto del Estado, que creció un 30 por ciento durante la administración de Giammattei. Es decir, en términos reales, el gastó en este programa cayó.
Inicialmente, el presidente sí pareció que priorizaría las transferencias condicionadas y, además, las enfocaría específicamente en la desnutrición.
Giammattei creó un programa llamado Crecer Sano, que consiste en entregar dinero a madres con niños menores de dos años vulnerables a la desnutrición.
Sin embargo, Crecer Sano se ha mantenido como un programa pequeño, con un presupuesto limitado a entre Q45 y Q50 millones anuales durante los últimos cuatro años. Y su creación no ha conducido a un incremento sustancial en las transferencias condicionadas.
Giammattei mantuvo la refacción escolar
El programa de refacción escolar del Ministerio de Educación, en una u otra forma, existe desde hace décadas. Sin embargo, no fue hasta 2017 cuando se convirtió en ley. Desde entonces, los gobiernos están obligados a gastar como mínimo Q4 diarios en alimentar a los estudiantes de educación infantil y primaria.
El dinero se entrega al Ministerio de Educación y este lo envía a las organizaciones de padres y madres de los centros educativos públicos para que compren y preparen una refacción. Es una política pública que se sostiene, en realidad, gracias a la participación de la ciudadanía.
Giammattei cumplió con la obligación legal y financió este programa. Durante su campaña dijo en numerosas ocasiones que a los niños que fueran a la escuela, “de hartar al menos le iban a dar”. Y sí cumplió.
Aún cuando las escuelas estuvieron cerradas por la pandemia, mantuvo la refacción. Y, a lo largo de su mandato, multiplicó su presupuesto.
En 2020 gastó Q1,900 millones en alimentación escolar. En 2021, le entregó Q98 millones adicionales al programa. Y en 2022, otorgó otro incremento de Q964 millones.
Para este año, está previsto que se gasten alrededor de Q3,100 millones en este programa, casi un 60 por ciento más que en 2020.
El resto de políticas, como muestran los datos de Sicoin, quedaron relegadas. A pesar de que, sobre todo en los últimos dos años, se ha vivido un incremento constante del precio de la comida.
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Bolsas sí fueron entregadas
Una de las pocas políticas contra la desnutrición que sí parecen haber contado con apoyo del gobierno es el reparto de bolsas de alimentos. Esto ocurrió sobre todo en 2022 y 2023, previo a las elecciones de junio pasado.
La distribución directa de bolsas ha sido utilizada por políticos y funcionarios de diferentes partidos para promover su imagen. Como normalmente los alimentos se distribuyen sin realizar mayor análisis de quién debe recibirlos o dónde priorizar su reparto, las bolsas se han convertido en una forma común de clientelismo. Y en estas elecciones esto volvió a suceder.
El gobierno, de hecho lo facilitó, duplicando el gasto en bolsas de alimentos que reparte el Ministerio de Desarrollo Social. Si en 2020 sólo destinó 25 millones millones a este programa. En 2022 la cifra llegó a los Q55 millones y este año, hasta septiembre, ya se había gastado Q51 millones.
Hechos como este ponen en evidencia algunas de las contradicciones principales de la administración de Giammattei; un presidente que deja una herencia compleja.
Como muchos de sus antecesores, el mandatario se enfocó en atender algunas de las carencias más importantes del país. Pero como también hicieron muchos de sus antecesores, no dudó en utilizar el dinero público para reforzar su propia posición y la de sus aliados. #políticas.-