Claudia González: «Estos funcionarios utilizan sus puestos para vengarse»

Autoría:

Plaza Pública.
La abogada Claudia González pasó 82 días en la cárcel Mariscal Zavala bajo condiciones de aislamiento y defendiéndose de un caso que ella califica como  «una venganza» por haber investigado casos de corrupción. Salió de la cárcel porque su equipo legal ganó una apelación, ella no se explica cómo. Esta vez, desde su residencia, hace una reflexión de su experiencia y del estado del sistema de justicia en Guatemala.

En 2024 Claudia González cumple 25 años de ejercer como abogada. Inició su carrera en la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (Odahg), trabajó en la Fundación Myrna Mack y fue parte de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig).

En 2017 investigó una denuncia contra la entonces magistrada Blanca Stalling, quien fue separada del cargo al ser señalada por el juez Carlos Ruano por tráfico de influencias. En 2022 Stalling regresó a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y menos de un año después, González fue capturada por supuesto abuso de autoridad «al promover diligencias de antejuicio sin que tuviera facultades para ello» cuando trabajó para la Cicig, según se lee en la publicación del Ministerio Público. El delito del que la acusan es aplicable a funcionarios públicos, algo que la abogada no era.

La madrugada del 17 de noviembre, González salió de la cárcel Mariscal Zavala. Cuando recibió la autorización judicial dijo que seguiría peleando por demostrar que es inocente. Para esta entrevista recibió a Plaza Pública en su residencia en la Ciudad de Guatemala.

—¿Cómo se siente estar de vuelta en su casa? ¿Es como una vida normal?

—No, estoy en mi casa pero todavía me estoy habituando.

Estar privada de libertad te rompe. Te rompe varios esquemas que hay que reconstruir. 82 días, que no solo fue la privación de la libertad, fue también la incertidumbre porque obviamente no hay un delito. Era más que evidente que en mi caso particular era todo un castigo, estaba ahí por una venganza.

La incertidumbre de no saber cómo iba a terminar el proceso; que una magistrada (Blanca Stalling)  se quería querellar y que ella tuviera un vínculo con la persona que tenía que tomar la decisión sobre mi libertad; no saber cuánto tiempo, de las épocas, es muy duro.

También pude ver que había otras personas privadas de libertad en condiciones peores que las mías, que ni siquiera tenían una visita o acceso a la salud.

Por ser abogada y por haber litigado yo conocía las condiciones y podía exigir mis derechos, porque tú entras (a la cárcel) y entras en cero, no sabes si vas a salir, si vas a tener horas de sol, no tienes mayor información.

 

Laura Garcia

González, con una mirada con poca esperanza y profunda incertidumbre, llegó a Torre de Tribunales para pedir la apelación la tarde del 16 de noviembre. / Laura Garcia

 

—En años anteriores se decía que Mariscal Zavala era una cárcel VIP, ¿cómo son las condiciones ahora, especialmente para personas con un perfil como el suyo?

—Mariscal Zavala tiene de todo y sigue siendo una prisión VIP para ciertas personas, pero no para la mayoría, como en todas las cárceles. La gente que tiene capacidad económica cuando ingresa ya tiene dónde dormir, etcétera. En los casos como el mío, de personas criminalizadas, pues primero no nos parece correcto tener que pagar por eso, no debería existir esa clasificación.

En mi caso particular yo tenía que pedir una celda aislada donde yo no tuviera contacto con otras personas porque no sabía quiénes más iban a estar a la par mía y en qué condiciones. Te puedo dar ejemplos, en el caso de Virginia Laparra, ella está conviviendo con otras privadas de libertad, una condenada por un caso de Cicig, una extorsionista, una asesina y una abusadora de niños. Entonces, ¿qué confianza te puede dar que duermas en el mismo espacio que este tipo de personas?.

Aliss (Morán) y Paola (Escobar) (exinvestigadoras de la Fiscalía Especial contra la Impunidad) dormían en una celda con 15 personas ¿cómo vas a dormir tranquila teniendo cerca otro tipo de gente que ni siquiera conoces qué delitos cometieron, si  en nuestro caso ni siquiera hemos cometido delitos?.

—¿Cómo fue llegar a esa celda por primera vez? ¿Ya la conocía?

—Llegué tipo 3 de la tarde, me subieron al área de registro, me revisaron y me quedé ahí hasta como a las 8:30 de la noche. Luego me bajan y ya estaban mis abogados ahí, en un espacio con una celda donde no había luz, solo la del baño y no pude ver las condiciones.

Mis abogados llevaron la ropa de cama, ropa y luego entré. Estaba oscuro, no tenía comida.

Al día siguiente veo que era una litera donde dormí, en la parte de arriba había colchones, mucha humedad, muy oscuro, un cuarto muy pequeño como de tres por cuatro (metros), era muy húmedo. Tenía una ventana y otra en el baño. La primera semana la pasé en la oscuridad.

—¿Qué implicó eso para usted? Pasó de tener una vida muy activa, de ir a tribunales y pasar a estar sola y en la oscuridad.

—No sé cómo explicártelo, vas en un vehículo a 110 o 120 (kilómetros por hora) y de repente se apaga. Y ni siquiera por la inercia, pues, o sea, sólo te detienen. No sabía sobre los días de visita, algo de la comida, nada.

Tuve la suerte que llegaron muchos amigos y me preguntaban qué tenía, y yo no tenía nada. Fueron a comprarme agua y jabón. Los del Sistema Penitenciario arreglaron la plafonera y pusieron luz, llevaron una cubeta con agua y me bañé con agua fría, tenía mucha picazón… en esas condiciones estaba cuando me avisaron de lo de mi mamá. (Su madre falleció mientras ella se encontraba en la prisión).

—¿Esto es normal? Hice una solicitud de información al Sistema Penitenciario preguntando por qué personas privadas de libertad con su perfil solo tienen derecho a recibir el sol una hora al día y respondieron que era de acuerdo al protocolo del centro de detención.

—Nadie lo sabe ni lo explica, los custodios dicen que es parte del reglamento y cuando pido verlo me dicen que no lo tienen, y yo necesito ver el reglamento.

—En el caso de Virginia Laparra, organizaciones internacionales dijeron que esto roza en la tortura, ¿lo vio en su caso?

—Yo lo mencioné varias veces en las exhibiciones personales porque efectivamente no son buenas condiciones. Mis colegas y amigas me decían que todo mundo pasa por eso y sí, efectivamente, todo el mundo pasa por eso y no son condiciones idóneas para nadie, menos para una persona que no cometió un delito. Entonces, ¿por qué iba yo a aceptar estas condiciones? Si yo no cometí delito, eso era un tema de castigo y es esa idea era lo que a mí generaba la idea de tortura, la incertidumbre.

Tenemos que tener claro que la tortura no es solo física. Cuando llegaba la jueza a hacerme la exhibición personal me decía «venimos a ver sus condiciones», yo respondía «sí, usted me ve bien, pero ¿por qué tengo que pasar esto, por qué tengo que estar en estas condiciones?» Yo tenía hasta desconfianza del rancho (como le llaman a la comida en la cárcel). Yo litigaba en la defensa de Virginia (Laparra), y quien estaba de querellante, Lesther (Castellanos), tiene incidencia en el Sistema Penitenciario, por eso yo mucho menos podía confiar en eso (la alimentación en la prisión).

—¿Había un constante pensamiento de que le querían hacer daño?

—O que podía utilizar todo lo que tuviera para hacerme daño, ese era un pensamiento constante.

 

Laura Garcia

El día que Marcela Blanco fue capturada por el caso Toma de la Usac, González recuperó su libertad. Ambas se encontraron en el mismo piso de la Torre de Tribunales. / Laura Garcia

 

—¿Cómo se puede explicar que una persona que no cometió un delito está en estas condiciones y que no solo es su caso, si no que vienen más?

—Una amiga me decía que se peleó con alguien en Facebook porque le decían que yo estaba con privilegios en el Sistema Penitenciario, ella llegó a visitarme y vio las condiciones y decía ¿qué privilegio es que te priven de libertad cuando no cometiste delito? Y le decían que yo mantuve en prisión a gente cuando estuve en la Cicig. Pero no es lo mismo, porque Cicig lo que hizo fue investigar, existieron delitos y estábamos en contra de personas con poder económico y político que llegaron a prisión. En mi caso, ¿cuál era la razón de decir que yo podía influir en el proceso penal? Me mandan a prisión sin ningún argumento. No te puedes imaginar lo ofendida que estoy de que usen el sistema penal para esto, porque yo conozco el derecho penal y el sistema y no era correcto que yo estuviera allí por ninguna razón.

Incluso los custodios (personal penitenciario) me molestaban. Me decían «licenciada, usted es importante», ¿importante es estar privada en estas condiciones? Pasaban y me decían vea allí a (Jonathan) Chévez, ahí va Sinibaldi, ya no le dio tiempo de verlo salir. ¿Eso es chiste? Estoy privada de libertad, ¿por qué Chévez y Sinibaldi que cometieron actos de corrupción tenían libertad y yo no, por haber firmado un antejuicio, qué razonamiento y lógica hay allí?

—¿Cómo explica lo que pasa en el sistema de justicia, donde las mismas reglas se agarran, se retuercen y se usan contra quienes persiguieron corrupción?

—Es lo que vino diciendo desde hace mucho tiempo, fueron tomando las instituciones para cometer actos de corrupción y dijeron «bueno, ya vimos qué puede pasar que los investiguen y podamos ir a la cárcel, pues ahora vamos a retomar todo esto”. Inicialmente fue con Virginia Laparra, exFeci, quien fue privada de libertad y la tienen allí como ejemplo de un castigo. En mi caso particular por ser exCicig fue un mensaje a la población muy fuerte, pero lo más triste no es el mensaje sino estos funcionarios que utilizan sus puestos para vengarse, el mensaje es gravísimo. Digamos que venga la gente que sí, eso se lo merece, porque ella hizo lo mismo… hay una diferencia abismal totalmente abismal, porque nosotros presentamos casos fundamentados, ¿qué prueba hay que yo cometí un delito?.

—¿Cómo fue enfrentarse a las abogadas de Blanca Stalling, a la contraparte?

—No te puedo explicar porque al final pues, sí, efectivamente yo cuando estuve en la Cicig, cuando fui mandataria, yo llevaba ese caso y le dimos seguimiento, desde que se presentó el antejuicio hasta que a ella le dan libertad. Teníamos una relación de abogadas pero siempre fue mala, lo tomaron personal. Conocíamos a la licenciada Stalling porque trabajó en el Instituto de la Defensa Pública Penal, pero hay un tema, que si cometes un delito lo tienes que pagar. Si yo hubiera cometido un delito lo hubiera asumido, pero como no lo hice, no tengo ningún cargo de consciencia, hice mi trabajo como debía de ser y sí, la miraba a la cara porque yo no cometí delitos, no como ellos que utilizaron sus cargos.

«[…] hice mi trabajo como debía de ser y sí, la miraba a la cara porque yo no cometí delitos, no como ellos que utilizaron sus cargos».

—¿Cómo logró que una sala de apelaciones le otorgara una medida sustitutiva?

—No lo sé, yo no tenía muchas esperanzas, pensé que me iba a pasar lo mismo que Virginia, que en cada fase, en cada momento que pedíamos la revisión de las medidas (de coerción) no nos lo daban, las salas de apelaciones la mantenían en prisión. Yo sabía que era poco probable, fue muy complicado, el expediente tardó más de un mes en llegar a la sala de apelaciones y luego se excusaron seis magistrados. Me sentí tan ofendida porque las excusas eran que sus hijos estaban enfermos, y así se fueron. Es la incertidumbre. Entiendo que mucha gente no estuvo de acuerdo con los casos de Cicig, ese es un tema independiente, pero el tema aquí es jurídico, si cometí un delito y si debía estar en prisión.

—¿Cómo pasaba los días dentro de la cárcel Mariscal Zavala?

—Durante el primer mes fue terrible, terrible, fatal porque estaba en un espacio que no era el mío, un espacio oscuro, un espacio que hasta compartí con un ratoncito. Yo tenía que colgar la bolsa con la comida en algún lugar alto para que el ratoncito no se la comiera. Tenía que limpiar los colchones porque podían haber pulgas y chinches.

El primer mes no pude adaptarme a eso porque tenía mi esperanza en la primera declaración, sabía que me iban a ligar a proceso pero tenía en la mente la lejana esperanza de que iban a darme medidas sustitutivas. No se dio, entonces no podía dormir por mucho ruido afuera del personal cada vez que entraban y abrían las celdas. Había muchas cosas. Ahí no pude dormir, no podía conciliar el sueño, la incertidumbre, la oscuridad y muchas cosas. Después del mes cuando ya me dictaron el auto de procesamiento y me dejan ahí, pues ya tomé medidas, llamé al médico y dije que no podía dormir y que necesitaba algo, que necesitaba ver a un médico porque yo no me quería enfermar en esas condiciones. En esa celda cuando entré había mucho calor, y cuando empezó la temporada de frío entraba demasiado, yo quería cerrar la única ventanita que tenía.

—Siempre se ha hablado mucho de su entereza, de cómo se mantuvo fuerte, pero me pregunto si adentro estando tan sola, ¿qué pasa por la mente de alguien que como usted, tiene una vida muy activa?

—Son inevitables los sentimientos de incertidumbre, de contar el tiempo, de pensar qué están haciendo los demás afuera, de sentir que estás sola, porque son 23 horas al día sola. Tuve la suerte de que como soy abogada, muchos colegas que son abogados llegaban y me visitaban porque para ellos no había restricción, pero para mi familia solo tenía dos días de visitas. No te daba tiempo de ponerte al día, de pensar, de compartir, de saber qué estaba pasando afuera, todo el mundo me decía «mire, hay mucha gente apoyando» y yo decía que gracias, pero no lo dimensionaba.

Cuando me dictaron el auto de procesamiento, mi familia ya tomó ciertas medidas. Entonces ya empezaron a llevarme los desayunos y la prensa, por lo menos leía la prensa, o sea, no estuve tan aislada, pero insisto la diferencia en mi caso, que yo llevé procesos de personas criminales, tenía más o menos una idea.

Sufrí con mis compañeras en febrero del año pasado, cuando las capturaron, sabía qué necesitaban y trataba de suplirles las necesidades, la incertidumbre y todo, como que este año que yo estuve trabajando, sabía las condiciones. También acompañé a Virginia en sus procesos personales en este lugar, como la incertidumbre y el dolor de no poder estar en los cumpleaños con tus hijos, momentos especiales, no poder trabajar, etcétera, digamos que yo los compartía y no es que me preparara, pero sabía que tenía que pasar por eso, o sea, sabía que había que pasar por ese camino (…), es como cuando ya sabes que tienes que pasar por un sufrimiento, pero lo vas a pasar y cuando lo hagas, vas a salir herida, maltratada, pero vas a salir más fuerte y más humana.

Estar privado de libertad es sentirse absolutamente solo, solo, solo. En silencio y en oscuridad. Y lo único que te puede dar la luz es la compañía de la gente. La presencia de mi esposo fue básica para que yo no me quebrara, mi esposo nunca me abandonó, siempre estuvo ahí.

 

Laura Garcia

Claudia González se abraza con su esposo tras la audiencia. Esa noche fue liberada de prisión. / Laura Garcia

 

«Si nos quedamos sin hacer nada esto se va a volver una bola gigantesca, hay que detener este abuso y la única forma de hacerlo es evidenciando que esto no es lo correcto».

—Cuando usted dice que quiere limpiar su nombre, las personas pueden pensar que eso significa venganza.

—No es venganza, pero no me parece que utilicen el sistema para causar daño innecesario a una persona que no cometió delito, eso sí es abuso de poder, usar tu puesto para encarcelar innecesariamente a alguien. En mi caso no sabes el daño que hicieron privandome de libertad 82 días pero soy una mujer resiliente, pero eso no es venganza, simplemente hay que hacer las cosas de manera correcta y eso quiero que se haga; y limpiar mi nombre significa que declaren sobreseimiento o falta de mérito en mi caso. Yo no he cometido delito y si a mí me hacen eso, con cuántas personas no lo pueden hacer también. Si nos quedamos sin hacer nada esto se va a volver una bola gigantesca, hay que detener este abuso y la única forma de hacerlo es evidenciando que esto no es lo correcto.

—¿Qué implica esta persecución para las mujeres?

—Para mí que son acciones misóginias. Se destruye una parte porque las mujeres somos el centro del hogar y es más fácil y evidente el dolor, el castigo, es más evidente el tema de violencia, en el proceso penal, en los medios, en las redes, dentro del sistema penitenciario como mujer se te discrimina, se te menosprecia. Es un tema que vives y que encima ves la diferencia en cómo son los tratos de un juez, cómo te habla, hay muchas cosas verbales y acciones no verbales. Cuando estás en prisión lo ves y lo evidencias y te preguntas qué puedes hacer. Las mujeres llevamos la parte más dura.

—¿Quisiera enviar un mensaje final?

—Sí, quisiera agradecer este espacio para agradecer de verdad las oraciones, los mensajes, las visitas y la solidaridad que yo recibí estando privada de libertad, es lo que me hizo levantarme y saber que estaba en lo correcto en los momentos en que pude haberme quebrado muy fuerte, eso lo quiero agradecer mucho a todos.

 

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