La elección presidencial del 25 de junio estuvo marcada por un fenómeno principal: el auge del voto de rechazo al sistema político. El voto de protesta se canalizó hacia el voto nulo, que fue la opción preferida de la ciudadanía, o hacia la candidatura de un crítico como Bernardo Arévalo, que quedó segundo. Este comportamiento afectó también a la candidata más votada, Sandra Torres que en estos comicios tuvo la peor de sus tres participaciones.
Texto: Asier Andrés / Edición: Carolina Gamazo / Ilustración: Diego Orellana / Mapas: Asier Andrés
Si el voto nulo hubiese sido un candidato presidencial, habría resultado el más votado en las elecciones de 2023. Según los datos oficiales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), con casi el 99 por ciento de los sufragios contados, 956 mil personas optaron por votar así en la elección presidencial.
Esto significa que 17 de cada cien personas que acudieron a las urnas el domingo para elegir presidente anularon su voto. Más personas votaron nulo que a Sandra Torres, que sumó casi 870 mil votos válidos y fue la candidata ganadora. Más personas optaron por este tipo de voto que la suma de los sufragios que recibieron Edmond Mulet y a Zury Ríos, los otros dos aspirantes que encabezaban las encuestas.
El voto nulo no es un fenómeno nuevo. Tampoco todos estos votos pueden interpretarse igual. Algunos pueden ser el resultado de un error. Otros son una forma de expresar rechazo al sistema electoral o político como tal. También pueden ser un modo que el elector utiliza para mostrar que no hay ningún candidato de su agrado, de una manera similar al que algunas personas utilizan el voto en blanco.
Sin embargo, en esta elección, el voto en blanco bajó y el voto nulo alcanzó una dimensión histórica. Casi se quintuplicó con respecto a 2019. Esto pone en evidencia que algo sucedió en este proceso electoral, que provocó que un gran número de personas sintieran la necesidad de expresar rechazo al sistema o los candidatos.
En la mayoría de los departamentos del país, el voto nulo fue la opción que más electores eligieron.
El fenómeno fue generalizado. En 126 municipios de todo el país, más personas votaron nulo que a cualquier candidato. Esto sucedió, por ejemplo, en siete de las 22 cabeceras departamentales: Salamá (Baja Verapaz), Puerto Barrios (Izabal), Flores (Petén), Cobán (Alta Verapaz) Zacapa, Chiquimula y Sololá.
Pero el mapa de sufragios por municipios sugiere cómo este tipo de voto fue un fenómeno de poblaciones medianas y pequeñas o con alto porcentaje de población rural.
En el área metropolitana de la capital, por ejemplo, el voto nulo solo ganó en municipios como San Juan Sacatepéquez, Chuarrancho o Palencia, que conservan importantes áreas agrícolas.
El mapa también muestra cómo el voto nulo fue más común en el norte y el oriente del país que en otras regiones. En municipios como Zacapa, Chiquimula o Cobán, muchos electores optaron por este tipo de voto antes que dar su apoyo a un candidato crítico con el sistema.
Voto urbano para Arévalo
Otro grupo numeroso de ciudadanos recurrió a una alternativa diferente a votar nulo. Decidió canalizar su voto hacia el Movimiento Semilla y su candidato a la presidencia: Bernardo Arévalo. Arévalo es un académico y ex diplomático que ha sido un duro crítico del sistema de partidos y quien, en la última legislatura, se desempeñó como diputado del Movimiento Semilla. Tanto Arévalo como su partido participaban por primera vez en una elección presidencial.
Arévalo logró casi 650 mil votos. Estos se concentraron en 41 municipios de las principales poblaciones del centro y occidente del país.
Arévalo ha sido un fenómeno más bien urbano. Por ejemplo, en el departamento de Huehuetenango solo fue el candidato más votado en un municipio: la cabecera departamental.
Lo mismo sucedió en San Marcos y Quetzaltenango, departamentos en los que Arévalo sólo ganó en la cabecera y en municipios que forman parte del área metropolitana de la cabecera.
En Chimaltenango y Sacatepéquez también se dio este fenómeno, aunque Arévalo en estos departamentos sí logró ganar en algunos municipios más alejados de las principales áreas urbanas.
Arévalo ha sido también un fenómeno más bien del centro y occidente. Sus votantes parecieran ubicarse en un franja adyacente a la ruta interamericana: CA1-Occidente, que conecta la capital con la frontera mexicana.
El candidato presidencial de Semilla, de hecho, no fue el más votado en ni un solo municipio, del norte o el oriente del país. En la costa sur, solo logró ganar en Palín, una población de Escuintla, cercana al área metropolitana.
El gran éxito de Arévalo, sin embargo, ha residido en el apoyo masivo que recibió en los municipios más grandes del área metropolitana de la capital. En la Ciudad de Guatemala y en diez de sus municipios vecinos, concentró casi la mitad del total de votos que recibió el domingo.
Arévalo arrasó en la principal área urbana del país. Donde no ganó él, ganó el voto nulo. Sus rivales solo lograron ser los más votados en dos municipios: Fraijanes, donde ganó Zury Ríos y San Pedro Ayampuc, donde Sandra Torres fue la más votada.
En este contexto adverso para la política tradicional, con muchos electores votando nulo o a favor de un candidato crítico, no es de extrañar que una de las principales representantes de la política tradicional en la elección tuviera un desempeño peor que en anteriores comicios.
Sandra Torres ganó por tercera vez consecutiva en primera ronda. Pero esta vez con menos votos a favor. Captó algo menos del 16 por ciento del voto válido. En 2015 obtuvo el 20 por ciento y en 2019 subió hasta el 25 por ciento.
En estos comicios, unos 245 mil de sus votantes de 2019, probablemente, votaron nulo o apostaron por Arévalo.
Aún así, Torres fue la candidata más votada en 113 municipios del país, casi uno de cada tres. Entre ellos se cuentan varias cabeceras departamentales del oriente y el sur del país como Escuintla, Mazatenango (Suchitepéquez), Jalapa, Jutiapa y Cuilapa (Santa Rosa). En occidente, también ganó en Santa Cruz del Quiché (Quiché).
Además, Torres mantuvo su fortaleza tradicional en municipios rurales muy poblados del norte, como Carchá, Ixcán o Barillas, y en el valle del Polochic, en Alta Verapaz.
El mapa muestra cómo, a pesar de todo, la política tradicional sobrevivió en amplias áreas del país.
Casi 900 mil personas estuvieron dispuestas a votar en primera ronda por una candidata que ya formó parte de un gobierno, tiene múltiples vínculos con políticos vinculados a casos corrupción, ella misma estuvo presa y se ha beneficiado personalmente de la ola de impunidad que ha recorrido el país en los últimos años.
Esto no es sorprendente. En muchas ocasiones, el electorado ha votado a favor de candidatos con graves señalamientos.
Pero lo que nunca había sucedido es una reacción de la magnitud de la sucedida el 25 de junio: el día en que ganó el voto nulo y un candidato progresista por el que nadie apostaba pasó a segunda vuelta.